miércoles, 2 de noviembre de 2011

La noticia no es una mercancìa que vale por su etiqueta






(Por Cecilia Arean)


La calidad del periodismo no está relacionado con el medio de comunicación







Cuando trabajar por fuera del sistema permite alcanzar el compromiso con la verdad. Despojándose de presiones e influencias.







El periodismo de calidad no necesariamente está relacionado al medio de comunicación. La independencia es el estandarte de todos ellos cuando informan, sin embargo, los intereses económicos prevalecen en las empresas hegemónicas. Otros optan por trabajar fuera de ese sistema para que la información sólo haya sido la meta que comenzó con el compromiso de buscar la verdad. Despojándose de influencias, presiones o sobornos. La concentración mediática está en todo el país, imperando la agenda metropolitana y tomando a la noticia como una mera mercancía.







En Rosario, en el 2000, los trabajadores del diario El Ciudadano y la Gente vivieron un conflicto laboral, que también fue lo que marcó el comienzo de Redacción Rosario, que pertenece a la cooperativa La Masa. El proyecto surgió a fines de 2007 para generar fuentes de trabajo dignas. “Nos planteamos no sólo crear un medio propio como lo es el portal digital sino también brindar un servicio a todo aquel que lo necesite sobre lo ligado a la prensa. La Masa tiene dos vertientes, por un lado un grupo de compañeros que trabajábamos en El Ciudadano, la mayoría, y los que venían de diferentes sociedades periodísticas a unirse. Por otro lado, también gente que venía llevando a cabo el periódico El Eslabón, que era una experiencia autónoma. Con ellos teníamos relación desde el conflicto en el 2000, porque había sido uno de los pocos medios que había cubierto el hecho”, estableció Manolo Robles director de Redacción Rosario. En el 2008 se conformó la Asociación de Diarios Cooperativos de la República Argentina, para lo que Robles tuvo que viajar a La Rioja a cubrir para una revista de una empresa recuperada. La entidad estaba conformada por cuatro periódicos de la región. “Al ver el ejemplo de que eso funcionaban bien, nos terminamos de convencer de que en el propio rubro de la comunicación había experiencias de autogestión exitosas y nos planteamos darle la forma a nuestro proyecto. Ninguno estaba en la condición de ser empresario y buscamos una figura jurídica, como la de la cooperativa, para estar habilitados a vender publicidad, generar ingresos y poder distribuirlos entre nosotros y decidir democráticamente que hacer. En el esquema de trabajo, cada asociado tiene el mismo derecho que los otros para decidir y nos parecía muy interesante”, postuló el ex trabajador de El Ciudadano. Además indicó que el objetivo era generar fuentes de trabajo y, a la vez, aportar a la pluralidad en un ámbito geográfico, como el de Rosario y la zona, en el que hay una gran concentración de voces.




Las empresas de comunicación, como entes económicos, tienen como fin obtener ganancias. El ansia de acumulación, a veces, insita a olvidarse de las responsabilidades y deberes que tiene la prensa en el sostenimiento de la democracia. Las cooperativas también lucran, pero con una administración particular. Al respecto, Robles aclaró que hay similitudes, en la intención de generar recursos. Están las mismas obligaciones y se pagan impuestos. El trabajador de Radio Nacional agregó: “Estoy convencido de que la autogestión que, toma forma de cooperativa en vez de empresa, es una novedad política y económica muy fuerte después de la crisis del 2001. Fue uno de los hechos más revolucionarios que se dio en todo ese marco. Es uno de los emergentes de la crisis del liberalismo. Igual, el principal obstáculo fue la falta de capital. Hemos accedido a algunas políticas públicas de apoyo con respecto a este sector que fue importante.




En el año 2009, luego de disputas sectoriales, se aprobó la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual que rige el funcionamiento de los medios radiales y televisivos. Con respecto a esto, Eduardo Martínez, que trabajó para La Nación, revista Humor, canal 9 y Todo Noticias manifestó: “Salvo unos pequeños detalles, es altamente positiva. Permitió que sectores relegados de la sociedad, como Organizaciones no Gubernamentales, facultades y comunidades indígenas, accedieran a volcar sus ideas. Además, descentralizó el discurso y atacó la médula del problema de los medios en nuestro país, la concentración del poder empresarial en un servicio que debe ser de todos. Un mal de finales del siglo XX fue que los grandes medios dejaron ser de propiedad periodística y pasaron a ser de empresarios, muchos de ellos oportunistas. Así se dejó de lado el periodismo de autor y pasó a ser un periodismo de ocasión. En lo negativo, la lucha del gobierno contra los multimedios la sacó de contexto. Muchos vieron en ellos un oportunismo, cuando en realidad la idea era necesaria de implementar. Y el hecho de darle solo un año a los oligopolios mediáticos para deshacerse de alguno de sus medios favorece que se malvendan y aprovechen esa oportunidad los amigos del poder. En un 95% la ley es perfecta”.







El ideal de que todo lo que pasó fue mejor




El honesto relato de los hechos, el buen gusto, la búsqueda de la excelencia y servir al interés público son premisas del quehacer periodístico. Como ser humano y además sujeto informativo, el periodista no puede escapar a los sentidos, establecer objetividad es oprimir. Simplemente debe ser conciente de que es un nexo entre la noticia y la sociedad civil, defendiendo a la misma como un derecho y un bien social. “Cuando comencé en el periodismo, 23 años atrás, sólo había unos pocos diarios, canales y televisión. Hoy internet y el cable ampliaron la demanda y, debo decir, la banalizaron también. Si bien los bloggers democratizaron la información, haciendo de cada persona una agencia noticiosa; también hicieron que algunos pocos preparados accedan a tener esa porción de poder. Y lo único que los une es la utilización de la misma palabra, aunque el sentido sea otro”, describió el historiador.




Eduardo Martínez, además de haber trabajado para distintos medios, en la actualidad es docente por lo que es responsable de la formación de las nuevas generaciones. En la reinante etapa de la comunicación, en donde las redes sociales, arbitrariamente, intentan dominar los canales de comunicación, se honra a lo superficial. Alguna vez Tomás Eloy Martínez reflexionó que el periodismo es un acto de servicio que exige ponerse en el lugar del otro y, a veces, ser otro. En el presente la falta de identidad profesional somete al oficio a lugares vulgares. “La web nos acorta los tiempos, ya que nadie lee una sabana inmensa en una pantalla y nos lleva a partir la nota con subtítulos. La radio aumentó su velocidad y, debo decir con tristeza, disminuyó en su capacidad de análisis. La televisión dejó de tener también capacidad de reflexión, mientras ganó en producción y estética. Los medios audiovisuales crearon una imagen distorsionada de lo que es le periodismo en los jóvenes. Lo veo como profesor y directivo de una facultad. Hoy muchos de los estudiantes de periodismo ingresaron en este mundo con la ambición de ser famosos. Cada vez quedan menos de quienes ven al periodismo como una profesión y un servicio”.




El acto de informar es lo contrario al acto de publicitar. Por estos días es muy común escuchar comentarios sobre el periodismo militante. Desde su génesis el hecho de ser periodista es militar constantemente por la verdad, con lo que se abunda en los calificativos, pero disfrazar al periodismo en un acto de propaganda es discutir de cuestiones diferentes. En relación a esto, que estableció un paradigma en el futuro de periodismo nacional, Martínez definió: “Deben ser ellos mismos frente al bombardeo de modelos ajenos a su propia idiosincrasia. Ser uno mismo no es un aplauso al individualismo y al ego. Significa descubrirse, y pensar que puedo aportarle al mundo de mi perfume. Hay una enorme competencia y eso debe tender a mejorar la preparación de los estudiantes. Pero sin lugar a dudas lo más difícil en la docencia es, cómo generar desde la clase un anclaje con la realidad. Un enorme desafío, sin lugar a dudas”, a lo que agregó: “¿Es lícito que el periodista enarbole sus opiniones políticas? Claro que sí, no deja de ser persona. Siempre nos inculcaron la objetividad como premisa, y es un error. Y eso es triste. El periodista debe ser justo y honesto intelectualmente. Prefiero quien enarbole sus opiniones libremente frente al que las encubre. Pero el llamado periodismo militante tiende a llevar la opinión un escalón más allá: de lo ideológico lo llevan a lo partidario. Y ahí ya no me gusta tanto”. El investigador finalizó: “Asegurémonos de que las personas comunes vean la televisión, escuchen la radio y lean un diario y se sientan representados”.

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